domingo, 6 de septiembre de 2009

Dos Historias

por Luciano Valencia /

"Acaso estas dos historias que he referido son una sola historia. El anverso y reverso de esta moneda, son, para Dios, iguales". Jorge Luís Borges. "Historia del Guerrero y la Cautiva" (en El Aleph)

"... las historias y mitologías diferentes refuerzan el concepto
de igualdad humana". H. Wálter Cazenave


El mencey Aktanasut, último rey de los guanches, pobladores originarios de las Islas Canarias, se acerca al paso de Adamacansis para encontrarse con su primo, el guanche cristianizado Juan De Palma. No sabe de la traición de este, que lo ha entregado a los españoles a los que sirve. Los soldados al mando del comandante Alonso Fernández de Lugo lo rodean. Los pocos hombres que acompañan a Aktanasut -pues no esperaban una batalla- no tardan en caer. El rey no se piensa prisionero y decide pelear. Pero es en vano intentar resistirse; lo golpean, lo arrojan al suelo y le colocan grilletes en sus manos y pies. Es entonces cuando divisa a su primo junto con el comandante Fernández, y grita "Vacaguaré".
El traidor se apura a traducir al castellano el terrible significado de aquellas palabras: "Quiero morir".
Sus captores lo abordan a un navío rumbo al continente. Le esperan humillaciones, cárcel y esclavitud al llegar a Castilla. Aktanasut lo sabe, por ello se niega a comer durante el largo trayecto, repitiendo una y otra vez "Vacaguaré" como una extraña letanía. Murió en Alta Mar antes de llegar al Puerto de Sevilla.
Tal vez porque la historia gusta de repeticiones, o tal vez porque se trata de la misma historia, casi cuatrocientos años después el cacique Baigorrita, señor de los rankeles de La Pampa, se ve emboscado por soldados al mando del sargento Ávila en la confluencia de los ríos Agrio y Neuquén. Los rémington de la caballería hacen fuego. Son certeros. Muchos caen. Baigorrita también es alcanzado por una bala; la herida es profunda. Débil, ordena la retirada de sus hombres. Ayudado por su lanza se incorpora y monta a caballo. Extrae el cuchillo de la cintura y aguarda amenazante a los soldados. Pero su estrella ha dejado de brillar. Un golpe basta para derribarlo.
Baigorrita está inconsciente pero vive. El sargento Ávila sabe que es mejor así y ordena que sus heridas sean atendidas. Es consciente que entregar vivo a uno de los últimos caciques rankeles le significará distinciones y tierras. El trayecto hacia el fortín se hace lento para no dañar más al prisionero. En el camino Baigorrita despierta y se sabe cautivo. Quizá sintió lo mismo que Aktanasut en las galeras españolas: las humillaciones, la prisión y el trabajo forzado en las estancias de los vencedores. Eso era inaceptable, está dispuesto a ser libre hasta el final. Se arroja del caballo ante la sorpresa de toda la tropa y grita: "¡Baigorrita no cautivo. Baigorrita no llevando...!". Enfurecido se arranca las vendas que cubren sus heridas y comienza a manar sangre a borbotones. Los soldados no consiguen someterlo. "Baigorrita no cautivo": el grito se hace más débil a medida que el suelo a sus pies se tiñe de rojo. "Baigorrita no llevando" grita casi sin fuerzas cuando lo asesinan al ver que no pueden apresarlo con vida.
Esa noche, el encargado de redactar el parte militar, reseña los acontecimientos de esa jornada, enfatizando especialmente lo referido a la muerte del guerrero. No sabe que una historia similar, o acaso la misma historia, ya ha sido escrita cuatrocientos años atrás, en una crónica que duerme en algún archivo de Castilla.

Escuela Nº 5 de Toay: Notas para un centenario


- por Rodrigo Fernández (fragmento)

El primer día de clases del año 1936, mi infancia estrenaba un guardapolvo blanco para acceder al universo de la instrucción primaria obligatoria y en un estado que imagino aledaño al terremoto emocional, trasponiendo el umbral de la enorme puerta pintada de verde de la Escuela Nº 5 de Toay.
Cuando trato de reconstruir la historia de aquellos días, siento que la esclerosis de memoria ha bloqueado algunos territorios del recuerdo. Lugares y personas aparecen como formas imprecisas, en episodios intrascendentes para una relación formal y solamente se distinguen ciertas escasas vivencias que han logrado atravesar los olvidos de la mano de alguna proyección de los orígenes.
Durante los años que siguieron a aquella entrada en el ámbito escolar, diariamente debería recorrer el camino de obligaciones y deberes establecidos entre mi casa paterna y la escuela. Este camino carecía del más mínimo atajo para el ejercicio de algún pequeño derecho que me hubiera podido corresponder, supuesto el caso en que alguien hubiera admitido su remota posibilidad de existencia.
Así eran las cosas, pedagógicas y no pedagógicas por aquellos tiempos de preceptos rígidos y normas establecidas, obviándose impunemente los efectos de las transformaciones habidas en el mundo desde su medieval implantación, sabe Dios por quiénes y porqué.
Tratemos de ubicarnos en el Toay de los años ´30. Para un infante recién desembarcado de la cuna materna, entre la hogareña sucursal borbónica y la compresa educacional aplicada tras la puerta verde, no quedaba espacio para el libre desplazamiento mental y el albedrío era reducido a una oscilación entre los dos polos. Ambos extremos de este recorrido pendular mantenían entre sí un delicado equilibrio de fuerzas en base a educación, formalidades, ciertos toques de diplomacia pueblerina y por sobre todo muchos silencios, largos y pesados silencios, tan en boga por aquellas épocas y tan especialmente indicados para el trato con los menores.
Ocasionalmente aparecía el noble espíritu de don Fernando VII, que andaba siempre deambulando por mi casa, arrojando algún comentario sobre "ciertas cuestiones inherentes a la enseñanza que se ven por esta tierra". Pero la cosa no pasaba de ahí y no era sino una manifestación de presencia virtual, una especie de control de calidad sobre el producto, sin adentrarse demasiado en terrenos de otro poder.
Fundamentalmente y por sobre estos derrapes menores, existía un marco de acuerdo superior entre las partes: Yo debería ser el chico más bien peinado, el más aseado, el más estudioso, el de mejor letra, el más bueno, el más trabajador… en suma el chico diez, o sea un proyecto potencial de pequeño desastre. (...)
A estas alturas, puedo recomponer este episodio que en su momento pudo significar algún tipo de inquietud, acercándoles el perfil distendido que proveen las áreas protegidas por el humor.


La pedagogía práctica

En ocasiones la enseñanza práctica de algunos temas adquiría sus valores en forma instantánea, tanto en tiempo cuanto en forma y espacio. Como ejemplo guardo la imagen, fotográfica e indeleble, de una pacífica clase de primer grado en la cual irrumpe la figura monocasco azul noche del director, de la mano de un considerable susto general y uno mayor, de carácter personal. Frente a los alumnos de pie, al lado de la palidez almidonada de la maestra, transcurren minutos eternos antes de que se encienda la llama del tribunal inquisidor.
- ¿Alguien de ustedes sabe qué es lo último que yo hubiera imaginado encontrar en el bolsillo de un alumno de este grado? - brama el inquisidor.
- Un cigarrillo, señor - responde la inocencia de una alumna.
- ¿Y quién tiene ese cigarrillo? - dispara desde la cúspide del poder.
- Malacha, señor - prosigue la inocencia.
En efecto, en el bolsillo del guardapolvo aparece un cigarrillo apretujado. Malacha llora. La maestra llora. El aula se ha convertido en un pequeño caos y yo siento miedo, desconcierto
y asombro.
Cada vez que recuerdo el episodio vuelvo a sentir el mismo miedo, el mismo desconcierto y el mismo asombro y también muchas ganas de abrazar a Malacha.
El director se ha retirado satisfecho. La gestión académica ha sido cumplida y los alumnos han aprendido el significado de varias palabras: delación, denuncia, justiciero, poderoso, indefenso... y hasta algún término lunfardo aplicable al caso: apriete, buchón, ortiva... etc., etc. Todo en menos de cinco minutos. No está mal para una clase tan breve.-



Estoy volviendo de a poco

Como aquella primera huella que se marcó en el médano solitario de mi pampa siguiendo el rastro azul de los sueños ajenos, así fui volviendo de a poco… Sometida a las ilusiones
que mi alma cultivaba, recorría la noche aún extraña buscando algo que se pareciera a lo que mis ojos cerrados habían visto.
Alguien que buscara la aventura entre las frases inconclusas
de algún Borges alegre. Esas cosas de la vida como mirar
la luna llena al fin acompañada, de ser Cruz del horizonte
pero no un madero fijo en el techo de alguna chacra.
Sin buscar se encuentran las cosas o muchas veces esas cosas nos encuentran a nosotros. Cambiar el rumbo de la letra y hacerse más profundo como el mar y entre eso también ser misterio y sorpresa.
Así unos cuantos granos de arena hicieron la montaña
de pensamientos y de a poco fuimos volviendo. Sin romper tradiciones sino amarrándolas así de fuerte a las raíces
de otras culturas y hacerlo grande.
Un año nuevo comenzó y ya está completándose la fuente, estoy volviendo de a poco por la orilla de alguna ruta sin badenes ni líneas. Rutas donde corre el viento gris exiliado de ciudades, donde la flor más hermosa se llama cardo, la luz más clara en la noche es la de una estrella.
Estoy volviendo de a poco con los bolsillos de mi saco
llenos de arena y sueños, llenos de frases esperando ser terminadas...


- Nora Belén Bordanobch

Editorial

Rupestre

Nosotros somos los actores
que intervenimos el espacio
modelando la energía...

rupestre es, o pretende ser,
la huella que muestra
que no hay una sola forma
de hacer las cosas, ni sabios
ni genios, hay una parte
del conocimiento aprendido
y mucho más desconocido
por aprender, hay humildad
en el saber y búsqueda
de verdad en el camino

Hay un sueño de crear un mundo distinto,
y muchas energías puestas en un mismo sentido,
hay un fuego interior
que busca transformación-cambio

Hay deseo y amor y un vuelo en el andar
como del mismo cielo
Alto lento tiempo adentro, siento pienso
que el silencio va tejiendo
la trama de los hechos,
en la acción fricción
vamos naciendo.

…¿Qué es toda esta histeria social? Y las "cosas que pasan" que siguen pasando… y se suceden… y se suceden… y se suceden… ¿Qué nos queda? Mirar el sol del médano es una opción, pero se hace espejismo que se esfuma cuando ansiamos entender porqué todo es así… ¿Será que esta realidad ya fue pensada, finamente pulida, casi estratégicamente perfecta a no ser por algunos detalles que nunca queremos ver pero que siempre vemos?...

¡¿Cómo?! ¿De qué se trata la pregunta? ¿Se insinúa que todo es parte de todo en este espacio-tiempo sistematizado? Maldito legado que nos hace esclavos poniéndonos al servicio de esta realidad que nos crearon y que solamente beneficia a unos pocos; que nos dice que no digamos nada, que no hagamos nada, y a la vez que hagamos cualquier cosa guiados por el símbolo omnipotente.

(Resignación: "Porque así tiene que ser todo es así", y el hambre que mata en un país con una extensión de tierra que vaya uno a saber a cuántos daría de comer.)

Confrontemos el lenguaje del engaño con la realidad. Observaríamos cómo la realidad termina siempre filtrándose entre las palabras, agujereando hasta los más logrados discursos. Esta falacia global (y por ende local) nos adormece, nos la juega imponiendo sutilmente el miedo y haciendo fluir la información al punto de la realidad virtual… entonces, ¿hasta dónde seremos conscientes que borrar conciencia es el gran negocio?¿hasta cuándo seguiremos hablando de ismos y cracias cuando ni siquiera somos capaces de entendernos, y por sobre todas las cosas de respetarnos mutuamente? ¡Qué mierda!... por algo hay palabras que dan vueltas y vueltas y algunas hasta se ponen de moda: hipocresía es una de ellas...

No solo se trata de comprender el mundo sino de transformar. En fin, animarnos a hablar y escribir "en voz alta". Porque son más los hombres y las mujeres que entienden que pensamiento y libertad deben ir de la mano.-

Noche Oscura en Toay

Noche Oscura en Toay